lunes, 22 de junio de 2020

Solsticio de invierno

Durante estos días vivimos el Solsticio de invierno (Hemisferio Sur) junto a al Eclipse anular de Sol del 21 de junio. Fenómenos astronómicos que invitan a reflexionar.
Justo al momento en que el Sol se encuentre más cerca del Polo Norte, en el grado 0° sobre el denominado Trópico de Cáncer, la luna se interpondrá cubriendo por completo durante 38 segundos a nuestra principal estrella.
Desde tiempos ancestrales este momento se ha celebrado en multiples rincones del planeta, por los diversos pueblos, para manifestar colectivamente agradecimiento a las fuerzas que rigen la existencia, y para estrechar lazos de colaboración entre comunidades.
Puede ser buen momento para conversar de lo que vemos. Observar cómo la atmosfera continúa transportando el agua, cómo en las altas cumbres el hielo se anida aún, con terquedad, y espera despierto su turno para nutrir las geografías del mundo.
Contarnos cómo las semillas de la manzana, el limón, la naranja que hemos consumido guarda información genética transmitida de generación tras generación. Y así mismo la minería del suelo, la microbiología, la materia orgánica.
Observar como los aparatos electrónicos, los envases de nuestros productos, los vasos, las tazas, las cucharas, contienen pedazos de montaña, restos de asteroides antiguos transformados por energía humana proveniente de esas mismas manzanas y naranjas.
Disfrutar del fuego encendido, cada ampolleta, cada pantalla que nos acompaña a diario, y decirnos que aquella energía efectivamente es posible gracias a la existencia de aquellos infinitos soles.
Entonces volver a hacernos pequeños, aceptando que pese a su delicada manifestación nocturna, en realidad esas estrellas que vemos son explosiones eternas de fulgor inmanejable, que están ahí manifestando vida insoportablemente más fuerte y eterna de la que acostumbramos a ser conscientes.
Recordarnos que la transformación permanente es la narrativa del planeta. Aceptar que la mayoría de nuestros problemas comienzan por nosotros mismos, al suponer la caída de una religión para reemplazarla por otra, o la existencia de un caos suponiendo un orden. Algunos también suponen la existencia del poder fuera de sí, en un arma, en un linaje, en una cuenta bancaria. Mientras la capacidad de ejercer la libertad y el poder, la autodeterminación radica simplemente en no entregar atención ni poder a las estructuras parasitarias que intentan producir conflictos en el seno de los pueblos.
Pero aquellos intentos de volver a lo mismo ya no corren. Porque ya vemos que el humano es naturaleza, la naturaleza es Dios y es desde donde celebramos hoy. Así vamos junto a los ciclos que siempre han acontecido. Fuera de toda interpretación, lejos de todo juicio. Ahora mismo ocurre y eso es lo que nos fortalece para iniciar tal vez fuera de lo meramente humano, y más en lo meramente planetario este Wiñol Txipantu, Wilkakuti, Machaqmara.

Texto e imagen: Semillas Wallmapu

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