Temblores, ruidos subterráneos y resplandores que emergían del cráter anunciaban que el volcán Villarrica estaba despertando. Y así fue. A las 2:45 horas del 2 de marzo de 1964 entró en erupción, originándose posteriormente una furiosa avalancha de lava, agua, piedras y troncos que arrasó con todo lo que encontraba a su paso.
"Un aluvión asoló los caseríos y pueblos de la región, dejando un saldo de víctimas que aún no ha podido ser determinado con precisión (...) Hay numerosos heridos y gente aislada, además de la fuertes pérdidas en la agricultura y en obras públicas (...)", informaba "El Mercurio".
La localidad más afectada fue Coñaripe. Ubicada al nororiente del lago Calafquén, había sido casi totalmente destruida, pues se levantaba, justamente, sobre la ruta natural de evacuación del volcán. No obstante, la mayor parte de sus dos mil habitantes pudo huir a los cerros vecinos, pues los despertó "el estruendo horroroso que provocaba el choque de las piedras y el arrancar de los árboles".
Paralelamente, las materias volcánicas provocaron el derretimiento de la nieve y la crecida de esteros y ríos, cuyos desbordes dañaron caminos, puentes y viviendas. Toda la zona de Villarrica y Pucón, así también como Lican Ray, quedó aislada. Incluso un puente sobre el estero Correntoso -que debía inaugurarse el mismo día en que ocurrió el desastre- fue destruido totalmente por la crecida.
De inmediato autoridades y contingentes militares se movilizaron para ayudar a los damnificados, mientras "se desencadenaba una lluvia torrencial que hacía más dramática la situación de los afectados y dificultaba las labores de salvamento".
Un puente aéreo comenzó a operar llevando alimentos, ropa y medicinas para los 138 coñaripinos que quedaron sin hogar. De los 22 desaparecidos, solamente se pudieron rescatar dos cuerpos. Según se afirmaba, los otros difícilmente podrían ser encontrados, pues los elementos arrastrados por el aluvión terminaron por formar una endurecida mezcla, imposible de remover.
"La visión del lugar es desoladora. Por todas partes se ven personas que, con pala en mano, hurgan el material volcánico en busca de restos de sus familiares. Todo es infructuoso. Nada aparece. Es difícil, pues el aluvión duró más de dos horas y dejó una capa espesa de más de cuatro metros", se describía en el diario.
Pese a todo, Coñaripe logró renacer. Claro que el pueblo fue reconstruido a un kilómetro de su emplazamiento original. En una zona más segura, en caso que el volcán volviera a despertar. En el sitio antiguo, actualmente existe un monumento que recuerda a las víctimas de la tragedia.
Fuente: www.elmercurio.com